viernes, septiembre 24, 2004

Soledad

No temo a la Soledad,
no me importa perderla,
mi garganta se desgarra
gritando al silencio
que la envuelve a ella.
Soy a veces loba solitaria
que conversa consigo misma
y le pregunto a mi yo
por qué me eligió la Soledad.
Otras veces huyo de ella,
me persigue y escapo.
Dejando sola a la Soledad
me vengo de las noches frías,
del silencio helado,
de las lágrimas de cristal.
Lloro a mi vida,
lloro a soledad.
si a veces la evito,
hoy le pido:
¡No me abandones jamás!

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