martes, abril 29, 2008

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A veces basta con tener los pies en el suelo para empezar a tomar decisiones.

Y poco más que añadir

Es tan tremendamente sencillo como cuando no hay nada que explicar. Mentiría descaradamente si osara decir que todo va mal. Pero bien es cierto que no falto a la verdad cuando afirmo que nada va bien. ¿Curioso? Puede que sí.
Me sobrecogen de nuevo esas horribles sensaciones que nunca quise asumir como mías: errores, fracasos, incapacidad, desilusión. Y pienso y le doy vueltas a la cabeza. Y llego una y otra vez a la misma conclusión, convenciéndome de lo que ya sé. Este no es mi camino, lo sé. Nunca lo ha sido, por mucho que se pareciera a algo que sí pudiera serlo. No me gusta. No me gusta lo que hago, no me gusta lo que estudio. No quiero trabajar en algo para lo que ni siquiera sé si estoy preparada, pero sí sé que no me gusta. Hoy me he dado cuenta de que estoy harta. Y puedo disimularlo y enmascararlo con indiferencia, pero también sé que estallará de nuevo por muchos otros lados. Porque el ser humano busca irremediablemente su felicidad aunque muchas veces nos emperramos en demostrar lo contrario.
Hoy he pensado que no quiero graduarme. Que no quiero terminar. Que no me gusta lo que hago así que cada vez tiene menos sentido que siga fingiendo. Quiero irme, que no huír. Necesito cambiar, necesito empezar a vivir de otra manera. Y no sé todavía cómo. Y ni siquiera sé si soy capaz. Sólo sé que así no voy a ningún lado.

lunes, abril 28, 2008

Todo lo que no se puede evitar

¿Sabes? Son las once de la noche y suena la radio en mi habitación. Es Revolver y sus canciones que hablan de ti. ¡Ah! ¿Que no hablan de ti? Pues a mí siempre me lo pareció. Hoy ha sido un día raro, de esos que no sabría ni siquiera calificar. Y eso que ha sido lunes. Nos hemos visto, como cada inicio de semana. Hemos intercambiado impresiones del fin de semana, aunque el mío no haya consistido más que en horas de tedioso encierro. Hemos hablado, hemos reído, nos hemos sonreído como sólo nosotros podemos hacerlo. Hemos cruzado frases en francés y miradas que nadie más ha visto. Hemos compartido parte del camino a casa, te has marchado y me has dejado alguna frase perdida en algún rincón de una red inexorable. Yo he deseado algo más pero tú siempre te haces de rogar. Supongo que es algo a lo que ya estoy acostumbrada, y a lo que nunca terminaré de renunciar. Hoy he cogido cuatro autobuses, he soñado con un futuro que jamás podré vivir, me he encontrado con amigas por casualidad y he recordado muchas cosas. Y sin embargo nada me sirve para dejar de pensar en ti. Y sigue habiendo canciones que sólo hablan de despedidas.

sábado, abril 26, 2008

Alba

Llegaste, por casualidad, fruto de las vueltas que da la vida, en el otoño más difícil de nuestra existencia y convertirse en dulzura toda la amargura que llevábamos dentro después de los golpes más difíciles que nos quiso dar la vida. Nos enseñaste a volver a sonreír, a relativizar el dolor, a ser niños contigo una vez más. Nos hiciste volver a soñar, recordar como se pensaba cuando todo era más fácil. Nos conquistaste desde el primer momento. Y todo eso, sin darte a penas cuenta.

viernes, abril 25, 2008

David


Me gusta como me tratas, como me cuidas. Me gusta cuando las cosas van bien, y alegrarme por ti. Me gusta verte feliz y que la gente reconozca cuánto vales. Me gusta sentirme orgullosa y pensar: Es genial, es maravilloso, y es mi amigo.
Y sonreír sabiendo que me adoras y te adoro. Y que aunque las cosas vayan mal, nos tenemos.

efecto primaveral

Y resulta que de repente el Sol se cuela por entre las rendijas de las persianas. Alguien me ha dicho que ahí fuera hace calor. Y me lo creo. Porque mis pies todavía no han pisado la calle por hoy. Ni lo harán. Me dedico a coleccionar restos de recuerdos en pequeñas dosis de pestañeos.
Resulta que mis uñas nunca crecen lo suficiente, pero en los últimos tiempos he aprendido a mantenerlas a raya, entre mis neuras y los estereotipos estéticos de lo contemporáneo. Además, ni siquiera he tenido la oportunidad de que me salieran pecas esta primavera. Y en los tiempos que corren, ésta es una gran contrariedad.
Mis gafas siempre se acaban resbalando un poco, creo que es porque mi nariz todavía sigue siendo demasiado pequeña. Aún así, no esconden que estos días mis ojos son más verdes que nunca. Efectos secundarios de un fiebre que viene y va. O de las migajas de ilusión que todavía brillan en mis pupilas. Todavía no sé muy bien por qué.
En mis manos todavía sostengo uno de esos libros de Baricco que me hacen soñar. Porque si hay algo que todavía conservo es la capacidad de no dejar de soñar.

delirios

Se agotan los días. Me sobrecogen los delirios febriles y ya nada importa. Tú no estás. O estás pero a tu manera. Como suele ocurrir. No puedo esperar más, no debo esperar más. Debería empezar a acostumbrarme a ciertos atisbos de soledad, de nuevo. Debería recordar que los pasados buenos tiempos que todavía perduran a rato en el presente no son lo común en esta mi corta existencia. Parezco haber olvidado que siempre fue todo lo contrario. Pero una se acostumbra a lo bueno con demasiada facilidad y cuando nota que va a desaparecer ... sucede lo que sucede. No quiero malas interpretaciones. Lo que tengo a día de hoy me lo he ganado a pulso, tanto lo bueno como lo malo, aunque quizás esto último no tan a pulso. Pero por mucho que yo sepa que lo bueno permanecerá, porque sé que será así, no sé hasta que punto podré empezar a afrontar las rutinas sin tener a mi lado a las personas que más he querido y necesitado nunca. Irremediablemente.

miércoles, abril 23, 2008

barriendo la desgana



Cuando te faltan las ganas, los motivos y las fuerzas, siempre hay algo en lo que refugiarse. Como las miradas al pasado pensando en el futuro, los recuerdos y los planes. Los pequeños momentos. Las pequeñas grandes pasiones. Las sonrisas y la morriña venida a la actualidad. O más.

Inspiración vs [des]Motivación

Me gusta la inspiración, aunque a veces me abandone. Porque puede aparecer en cualquier parte: en un rayo de sol primaveral inesperado, en la canción que suena en la radio el segundo posterior a abrir los ojos por la mañana, en un pestañeo fugaz o incluso en el hoyuelo que se te forma en la mejilla y que hasta antes de ayer había pasado desapercibido.

Pero la motivación ... tiene que salir de uno mismo. Y cuando no quiere, no sale. Y viene la desgana. Y el desánimo. Y se te antoja que la solución es ver la vida pasar hasta que decida regresar a ti. Nunca fue ésta, ni otras, una solución acertada.
Quizás se esconda porque no esté segura de seguir. Quizás se haya agotado después de demasiado tiempo quemando el cartucho. Quizás empiece a darme cuenta de que en realidad, a estas alturas, ya ni me importa. Y quizás cuando termine de asumirlo todo, con motivación o sin ella, decida acabar de una vez por todas con algo que jamás pudo llenarme por completo.

martes, abril 22, 2008

Lluvia

Enamorarse es como abrir un paraguas. Siempre soy reacia hasta llegar a la evidencia. Y no paro de mojarme, y calarme hasta los huesos hasta que llega el momento en el que lo admito: Está lloviendo. Y abro el paraguas.
Hasta que llega el momento en el que lo admito: Estoy enamorada. Y es como si todos los esfuerzos anteriores para protegerme de algo así hubieran sido en vano.
Y al final resulta que, en el fondo, me gusta la lluvia.

lunes, abril 21, 2008

Compartir

Compartir es una palabra bonita. Que implica mucho, a veces demasiado. Pero se trata de una implicación bonita. La palabra más bonita que se me ocurre si se trata de hacerlo contigo.

domingo, abril 20, 2008

vicios

-No te muerdas las uñas.
-No puedo evitarlo.
-¿Estás nerviosa por algo?
-No.
-¿Entonces?
...



Entonces nada. Eres tú quien me pone nerviosa. Y quien me quita los nervios.

Y todo.

sábado, abril 19, 2008

Sin saberlo

Tus palabras son como rayos de sol en los días de lluvia...

Me gusta como escribes

Y ni siquiera has leído ni una milésima parte de lo que soy capaz de escribir.


Sobre ti.



Porque nunca jamás nadie me había inspirado tanto antes.

jueves, abril 17, 2008

Tonterías

Me hacen sonreír las tonterías más tontas. Como verte llegar y sonreírme. Que me preguntes si he descansado bien. Que me cuentes cómo has descansado tú. Hablar. Un guiño de ojos. Quedar para mañana. Marcharme y, al volver, encontrarme una nota de esas que escribes porque sabes que cuando la veo mi cara se ilumina.
Me haces sonreír con las tonterías más tontas. Y lo sabes.

miércoles, abril 16, 2008

caricias

Me gusta cuando tu rodilla roza la mía cuando nos sentamos a hablar

o tus manos en mis hombros dulcemente

o tus besos al marcharte ...




y no puedo evitarlo.

martes, abril 15, 2008

Esclava del tiempo

Vamos a hablar de palabras. Vamos a hablar con palabras. Y dejar que las reflexiones de un noche de primavera embriaguen este pequeño rincón de mi mundo.

Porque he comenzado a entender el sentido de las palabras. Algo que nunca fue demasiado fácil.Y todavía me parece que fue ayer cuando las palabras me inundaron sin ofrecerme un porqué. Hoy he comprendido cómo la vida me ha traído hasta aquí.

Y cómo las palabras me han acompañado. Mis palabras y las de quienes me han rodeado. Porque a veces no sé hasta que punto las cosas existen ... o si sólo son producto de mi imaginación.





Y firma aquella que siempre tuvo tiempo para todo ... menos para ocuparse de si misma.
(porque hay sensaciones que con el paso del tiempo ... siempre vuelven)

domingo, abril 13, 2008

El Sol y las horas que pasan

Tienes ese don de hacerme pensar en ti incluso cuando no estás, cuando tu presencia y ausencia son tan fuertes que me resulta imposible concentrarme en otra cosa.

Y no importa la lluvia ni las heridas mal curadas. Mi boca sabe a café y chocolate, y el agua que cae del cielo no es lo suficientemente fresca como para saciar mi sed.
Sigue habiendo multitud de canciones que me recuerdan a ti, incluso las que antes me recordaban a otros. Inevitablemente.
A ratos me sorprenden los rayos de sol. Como cuando me sonríes, o como cuando me atrevo a guiñarte un ojo.
Creo que nunca he estado tan cansada de mis rutinas y a la vez tan feliz. Sin motivos aparentes. Con sólo saber que, por el momento, estás cerca. Muy, muy cerca.
Aunque a día de hoy he comprendido que cuando te marches de mi lado, seguirás estando cerca. Porque para mí nunca existieron las distancias.

viernes, abril 11, 2008

MoMeNtOs

Es que en el fondo sabes que aún te quiero algo ...





Y ella sintió como si llevara toda su vida esperando oír algo así, que no dijera nada y lo dijera todo.

martes, abril 08, 2008

En abril ...

Es abril. Y llueve. Llueve mientras mis hombros todavía no han dejado de derramar todo el sol que han sido capaces de absorver en esos días primeros de la mejor primavera que pudimos inventar. Hay sonrisas y arcoiris que no vemos, pero intuímos. Hay paraguas de colores y gominolas sin azucar. Siento tus besos en mis mejillas cuando te alejas y tus rizos haciéndome cosquillas en el cuello, como cuando no puedes más y te apoyas en mí. Por ejemplo. Y sigue habiendo sonrisas. Y caricias. Y frases en francés. Y conversaciones trascendentales. Es abril. Y me gusta que nadie ose a robármelo.

sábado, abril 05, 2008

Saber[te]

Y a ratos ... me siento renacer. Después de días de sol. De niñez desgastada. De canciones. De risas y sonrisas. Después de noches en las que me pierdo y te encuentro. Nunca estuve mejor que a tu lado. Y recuerdo un día largo en el que estuviste en casi todos los buenos momentos. Porque siempre acababa volviendo a ti. Y contigo, lo demás nunca importó. Y te miraba. Y me mirabas. Y sonreíamos, sin saber bien por qué. Y recuerdo esa noche. La noche en la que estuviste a mi lado sin pretenderlo. La noche en la que nos reímos y disfrutamos. La noche en la que al mirarte comprendí que encontrarte era mi destino. Y que sin que tú lo supieras, yo nací para encontrarte. Y saber, a ciencia cierta, que si hay en el mundo una persona para cada uno, para mí no puede haber otro.

martes, abril 01, 2008

Carta a corazón abierto

Hoy hace seis meses y tres días que te marchaste. Y si todavía siguieras aquí, hoy cumplirías setenta y nueve años. Ni más ni menos.
Esta noche he tenido un cólico de barriga. De esos que te mantienen en vilo toda la noche, o buena parte de ella. De esos que no se pasan con una manta más ni remedios por el estilo.Mi cuerpo es sabio, demasiado. Sabe muy bien cuando dar la voz de alarma. Si supiera interpretar bien sus señales creo que no necesitaría mi agenda. El problema es saber que tipo de contrariedad se corresponde con cada patología.
Esta tarde tengo cita con el médico. Voy a pedirle esa analítica que debería haberme hecho hace meses, cuando hice del agobio y la sobrecarga de trabajos mi tónica cotidiana. Alguien me dijo ya cuando tú enfermaste que podría tener anemia. Casi un año después me lo siguen diciendo. Yo creo que no tengo nada de eso, pero nunca está de más comprobarlo. Al fin y al cabo, la salud es importante.
Las cosas han cambiado en estos meses. La familia ha cambiado. Y no sólamente porque haya bajado la media de edad desde que os fuisteis tu hermana y tú. Ella se marchó una semana y un día antes que tú, aunque no te llegaste a enterar de aquella. Supongo que ahora las dos entenderéis por qué.
Ya no soy la "pequeña" de la familia. La novia del "niño", tu nieto el mayor, tu ahijado, el niño de tus ojos, esa que él te decía que era la culpable de que llevara los pantalones rotos tiene una niña de seis años. Ahora están integradas en la familia, y tu nieto está hecho un padrazo. ¡Quién nos lo iba a decir! Nunca te lo dijimos, sabe Dios por qué. Querían ahorrarte el disgusto, ya sabemos que cuando uno se hace mayor se vuelve más conservador y hay ciertas cosas que no las ve bien. La niña es maravillosa, un poco traste, pero da mucha alegría. Fue la culpable de que estas Navidades no fueran terriblemente tristes, aunque desde luego muy atípicas. A veces pienso que te hubiera podido alegrar tus últimos tiempos, con sus ocurrencias, ya sabes como son los niños. Quién sabe. El caso es que hemos aprendido a no hacernos preguntas que nadie nos puede responder.
Tu otro nieto, el del medio, el cabeza loca, volvió a ser de las suyas y se independizó de repente de una manera un tanto brusca. Ahora las aguas han vuelto a su cauce, sigue independiente, pero todo va bien.
Y yo... qué puedo decir de mí. Concentré todos mis esfuerzos en mantenerme excesivamente ocupada para no hundirme demasiado. Fueron tiempos difíciles, y hubo otras circunstancias externas que no me lo pusieron nada fácil. Afortunadamente, con los años he aprendido a rodearme de buenos amigos, de los de verdad, de los que no fallan. Ahora tengo dos amigos de guardia que me acompañarían al fin del mundo y en los que confío plenamente. Gracias a ellos alcancé la serenidad que necesitaba, aunque no fue fácil. Muchas veces me he echado en cara cosas que no debería. No recuerdo haberte dicho que te quería ni una sola vez, al menos desde que me hice mayor. Nunca fui excesivamente cariñosa, y especialmente en los últimos tiempos. Aunque eras tú, y fuiste tú todo el tiempo, llegó un momento en el que me costaba reconocerte. Te cuidé lo mejor que supe. Pero comprendí demasiado pronto que esta vez no era como las demás. Que esta vez no iba a haber recuperación. Por eso me ponía tan nerviosa. Por eso gritaba. Por eso me enfadada. De ahí todas mis crisis nerviosas y mis ataques de histeria. No entendía como era la única que lo veía.
La víspera de aquel 29 de septiembre en el que nos dejaste comprendí que era el final. Y lloré, lloré lo que no estaba escrito. Sola. En casa. Mientras mamá y papá estaban en la residencia. Mamá no me dejó ir. Y por primera vez, pedí ayuda. Cogí el teléfono y llamé a mi mejor amigo. Necesitaba un abrazo. Y lo tuve. Y me consoló hasta que llegó papá. A día siguiente fui a verte. Estuve allí buena parte del día. Me acerqué varias veces a tu cama. No te dí un beso. No te dije nada. Estabas inconsciente ya, aunque quizás hubieras podido oírme. No importaba, ya estaba dedicido, no podíamos hacer más. Fui a la capilla y recé. Recé para que no sufrieras más. Esa misma noche nos dejaste para siempre. Y durante dos días y dos noches lloré sólo un par de veces más. El resto del tiempo me mantuve serena. Quizás la más serena de la familia, siendo la más pequeña, la más débil, la más indefensa. Ya lo había llorado todo la víspera, ya me había hundido y reflotado, ya llevaba demasiado tiempo sufriendo. Y con el paso de los meses he llorado mucho más. Y de hecho lloro escribiendo estas líneas. Pero sé que las lágrimas no son más que un mecanismo más. Y que si no hubiera vuelto a llorar desde aquella, no hubiera importado. Porque sabes que te quería. Y te quiero aún hoy. Aunque no te lo dijera.
Estés donde estés, Felicidades Abuela.