Cuando el sol está en lo alto y la playa de la ciudad se nos queda corta. El mes de los cambios se acaba y la niebla amenaza unas vacaciones que nunca lo fueron del todo. Se me agotan las palabras y las ideas se escapan. Por momentos, sólo importan tus manos, el sol y la sal, tu sonrisa, mis manos, tu espalda y mi espalda, y nosotros. Aunque no estemos solos, aunque el mundo no se pare cada vez que tus dedos rozan mi piel.
Porque pasar una tarde contigo a solas me provoca un estado de felicidad relativa que puede durar una semana.