sábado, septiembre 25, 2004

02/03/03

Cierta es aquella vieja canción
que algo se muere en el alma
cuando un amigo se va,
y mas si su marcha
es injusta e inesperada
y ajena a su voluntad.
Producto de manipulaciones
resultado de trampas y engaños
y mientras los grandes culpables
pasean su sonrisa artificial
por cualquier sitio en que aparecen.
Y siempre aparecen
seguros y desafiantes
sin percatarse del riesgo que corren
porque, palabra de amigos,
algún día tendrán su merecido.



[la marcha de Hiromi dejó un hueco enorme en nuestros corazones y nos hizo sentir el mayor desprecio por Quike y su familia, que si no merecen siquiera que les den una paliza, no es por falta de ganas...]

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