Creo que últimamente me dedico más a reflexionar que a ninguna otra cosa. Quizás es porque en época de crisis, es de lo poco que todavía se puede hacer sin pagar, o a lo mejor porque el futuro es tan negro, o tan blanco, que inevitablemente tienes que pensar en él. A nivel personal, creo que podría decir que es uno de los mejores momentos de mi vida. Que nunca había estado tan bien, que nunca había estado tan cerca de la Felicidad. Y no digo que soy feliz, porque la Felicidad afecta a todos los ámbitos de la vida. Y cuando uno flaquea, la preocupación te invade y la Felicidad se esfuma. Pero cuando el más importante de todos es mejor que nunca, la Felicidad te parece que está a tan solo un tiro de piedra. Y quieres creer, por una vez que todo es posible. No soy optimista. Nunca lo he sido. Y con los años, me he vuelto aún más pesimista. Son tiempos difíciles, son tiempos de incertidumbre, de impotencia, de rabia. Son malos tiempos para soñar. Pero quizás por eso, hoy una sonrisa valga tanto, quizás por eso tu mente se abre a nuevas ideas y posibilidades que jamás te habrías imaginado contemplar. Y te atreves a imaginar que todo puede cambiar. Que batallas peores hemos librado (y si no nosotros, los que estuvieron antes), y de todas hemos salido.
Y es que si alguien cose tus alas con un hilo invisible reforzado,
¿quién podría resistirse a volver a intentar a aprender a volar?
