jueves, enero 27, 2005

....Dos espejos opuestos que ofrecen dos reflejos semejantes; tú y yo en la dimensión del sentido perdido. Vemos cometas volar en el momento en el que comenzamos a andar juntos. Nuestros caminos comienzan a improvisar su rumbo la lluvia, escondidos en el balcón de las campanas que tocan a año nuevo. Decenas de personas se entrecruzan ante nosotros, personas que no miran atrás, ni a los lados, personas solitarias. Una cuerda nos mantiene unidos, a pesar de todo.
Siempre va a haber un perdedor si nos separamos, el adios convertirá el sudor de mis manos en las lágrimas de mi alma y un puñal romperá en mil pedazos el cielo que acariciaba en lo alto del acantilado, sujeta por tus brazos en mi cintura.
Las promesas que nunca llegamos a pronunciar siguen presentes hoy, a pesar de los juegos esquivando la suerte, sobre viviendo a estornudos del recuerdo. Promesas que jamás estaran rotas mientras las mantengamos vivas. Hagámoslo sin pensar en las consecuencias. Tan sólo es amor, ese que detendría la vida poniéndola a prueba. El amor, nuestro amor flotante en el aire, no entiende la frontera de las distancia, no existe para él la barrera que tú ves entre los dos. Ni siquiera yo puedo sentirla, y aunque la viera, sólo podría rebasarla, porque lo que yo necesito es estar contigo....

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