miércoles, julio 11, 2007

sobre la atracción

Nunca supo distinguir bien los colores, o contar números primos de carrerilla. Solía conjugar los verbos a su manera y caminaba siempre con las puntas hacia dentro y los talones hacia arriba. Dibujaba espirales con las uñas de los pies y jamás soportó los relojes en su muñeca izquierda. Le costaba un mundo enamorarse, pero cuando lo hacía le duraba varias vidas. Jamás entendió las reglas de la atracción, ni concibió la palabra morbo aplicada a su persona [sobre todo cuando provenía de algún desconocido]. Quizás era por eso que cuando sus defensas estaban bajas, sentía más y más fuerte la atracción frente a la ausencia de aquel que siempre le hizo estremecer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú trankila.

A todo se aprende.

Te lo digo yo, q soy maestro.

:D