martes, julio 17, 2007

esperando a que salga el sol

Ya se había cansado de llorar. Se le habían gastado las lágrimas. Sola, cada noche, en aquel sofá granate que usaba de refugio nocturno, escuchando chicas donostiarras que le decían lo que quería o no quería oír. Cansada. Cansada de sentirse siempre igual. Sabiendo que jamás había llorado por aquello que terminaba, sino que siempre lo hacía por las historias que no llegaban a empezar. Y eso provocó que el mayor arsenal de lágrimas que jamás había soltado sin motivo inundara su cuarto aquel lunes de julio, incapaz de parar siquiera a respirar un poco más hondo..

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pues si las lágrimas inundan nuestro cuarto....abrimos la ventana, que se vayan, y vuelta a empezar.

como verás estoy puesto al día ya

:D

Anónimo dijo...

sécalas al sol

el jueves nos toca
y si hace falta nos llevamos el tuper