Rosas [enagua]. Una mano que dibuja en el espejo las líneas de tus párpados. Un grifo que gotea. Tic, tic, tic. Pasan los segundos como resbalan las gotas por el desagüe. Ella mira a la lámpara, tiene la mirada fija en ella y ni siquiera es consciente de si está encendida o apagada. Se inventa cuentos de azucar que contar en la tienda de café del centro de la ciudad. Siempre quiso ser bailarina y se refugiaba en los restos de su habitación que recorría con sus pies [descalzos]. Ya no recordaba la última vez que su muñeca lucía un reloj o que su pie izquierdo era el primero en pisar el suelo. Su mano derecha siempre retorcía ese mismo mechón de pelo que siempre fue diferente al resto. El taburete está tumbado en el suelo y desde la ventana se ve una imagen de la calle retocada por su imaginación. Y en su rincón se sienta a pensar, a recordar tus ojos, a imaginarte en los abrazos que te quedan por darle.
2 comentarios:
abrazos abrazos
ostias t voi a dar yo
aún así, texto precioso
:P
jajaja
me uno a las ostiasss (pero olli q brutiña me eres, con unas collejitas basta)
muaaaaaaaaa
tikitikiti chiiiiiiiium
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