martes, abril 17, 2007

Hoy recordó cómo se sonreía. Como saltar los escalones de cinco en cinco. Y aprendió a cargar sus pilas al sol. A buscar su camino entre las margaritas deshojadas y la hierba fresca del campo en una tarde cualquiera de abril, como quien busca hojas de estrella. Y recordó que los tréboles que daban suerte tenían cuatro hojas, pero los de tres también tenían su encanto. Y acordándose de las palabras, la sonrisa, la mirada [...] del chico de rojo no pudo evitar seguir sonriendo mientras se perdía en las canciones de hoy y siempre de los chicos que se reinventan a si mismos. Porque en el fondo muchas de ellas también hablaban del chico de rojo, al menos cuando ella las escuchaba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encanta este texto
me encanta
(sí, dicho como tú bien sabes)

por cierto, los tréboles de cuatro hojas sí q existen. sí, yo lo sé que sí.