jueves, noviembre 11, 2004

Mi vida en este pueblo junto al mar pasa sin pena ni gloria, con la ilusión con la que yo me entrego a tu cuerpo y a la primavera de nuestra juventud. Olvídame si puedes y huye de esta carcel sin salidas, sin rejas ni treguas, vete lejos a beber la vida sin el lastre de mi presencia. Desprecia los limones y sigue el rumbo de tu alma sin esperar que mis huesos se aten a tus dedos. No escuches el sonido de mi guitarra pidiendote que vuelvas, ignorala. No sientas mis manos rozando tu pelo o desabrochando tu camisa. Sigue el compás de tu sueño sin perder el tiempo. Coge tu pantalón vaquero y sigue la luz de tu destino que, si debe ser así algún día, quizá en otra vida, nuestros ojos volverán a encontrarse bajo el cielo aZul de Granada.

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