jueves, noviembre 11, 2004

Un recuerdo fugaz, como otros mil que me invaden, que me hacen volar más allá de las montañas, lejos de caminos preestablecidos por un corazón, al margen de mi destino. Bebo el veneno fino de la melancolía atrapada entre el tacto de tus manos cual mañana fría de invierno con la resaca de una estrella polar que anoche me inundó. El vodka del Moscú de antes todavía recorre mis entrañas desde los últimos carvales en casa, soplándole al miedo en la cara con máscaras de cartón. La ilusión aún gira por mis pensamientos, llorando por la soledad de mis recuerdos que impiden que vea el Sol, ese que me hizo sufrir la feliz despedida absurda de mis amigos, llena de reproches y llanto, que ensombrece el color de lo desconocido.

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