miércoles, noviembre 03, 2004

Era un verano como tantos otros. El café matinal le recuerda su triste pasado. Su vida es hoy distinta a la de antaño. Jamás volverá a ser el héroe de su amada. Aquel día no reconocía al hombre que había sido ayer en el espejo que sólo mostraba las noches vividas, y los ojos de un pobre loco atrapado tras su propia pared. La tormenta continuaría un lunes de octubre en el que la lluvia azotaba el tren en el que viajaba, mientras en el jardín de ella reinaba la calma, pues ya había escapado de aquel portal de tu ciudad, donde tantos atardeceres se había perdido.

No hay comentarios: