miércoles, noviembre 03, 2004

Siento un vacio irremplazable. La vieja guitarra no podrá jamás volver a ser un disfraz para mi. Me asomo a la ventana y veo la calle de ayer donde tantas caricias pude encontrar en tus brazos, sin hacer caso de aquel olor a peligro que me daba golpes intentado hacerme volver a mi sitio. Fuimos cobardes que no supimos confesar un amor que ardía en las entrañas haciéndonos mal. Los ponchos de los chicos del Sur nos provocaban sorpresas que nadie podía esperar, ni siquiera aquellos que bajaban tu escalera o la mía, haciéndonos provocar nuestra rendición cada tarde, mes a mes, negando el dorado universo que pretendían hacernos pagar. Era nuestra vida, pero la quisimos perder.

No hay comentarios: