domingo, junio 17, 2007

Todavía soy incapaz de no estremecerme del todo cada vez que te acercas. Me sonríes a pesar de todo. ¿Por qué, por qué siempre sonríes? Te acercas, saludas, y sonríes. Tu mano en mi espalda, haciéndome sentir pequeña e indefensa ante esa sonrisa, antes tus palabras. Y no la separas, la mantienes hasta que ves que yo también sonrío. No permites que me aleje del todo, no te crees mi pose frívola. Esto sigue siendo el paradigma de las medias tintas. O no sé muy bien lo que. Pero he descubierto que no basta con decir quiero para poder olvidarte. Porque ni hoy ni nunca he tenido nada que reprocharte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

cosa mala no tener nada q reproxarse
así cuesta un huevo
o incluso más

pero lo conseguiremos, porke hemos conseguido coss peores. será tiempo, o más tiempo, pero algún día lo mirarás y dirás: pero q le veía yo a este tío?
q sí q sí
q t lo digo yo
:P

eFe dijo...

y ver tan y tan lejano ese dia

Anónimo dijo...

ahora el tiempo.

no queda otra.