viernes, junio 15, 2007

No te buscaba, no te esperaba. Ni siquiera pensaba en ti. Apareciste en un momento en que intentaba concentrarme en pequeñas y grandes cosas que ocuparan mi mente y la alejaran de tu recuerdo. Y llegaste, sin avisar, con una sonrisa de las que siempre tuviste guardadas para regalar. Y aunque mis adentros se removieron de arriba abajo como un torbellino de ansiedad, supe quedármelo para mí y sonreírte con reservas. Y aunque no traías las mejores nuevas no pude verte mejor. Y me detesto por eso. Por no saber evitarlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a veces la vista, el tacto, el olfato...nos juegan malas pasadas, pero hay q convivir con ello.

Anónimo dijo...

las coss q no podemos evitar son una puta mierda
a pesar d todo lo explicas como nadie


por cierto, tb t bajas una botella en una hora como nadie :P