lunes, febrero 26, 2007

Los primeros días simplemente tratas de subsistir, de hacer correr las horas sin pensar. Y te das cuenta que hay cientos de miles de historias que te mantendrán ocupada en cuanto decidas aprender a hacerles caso. Que la visita siempre agradable del primer gran maestro de fe sigue dejándote ensimismada con sus palabras. Que intentar explicarles lo que es la juventud a adolescentes en pleno proceso hormonal con la garganta irritada y los oídos taponados nunca fue sencillo. Que de algún modo todos se preocupen por ti. Llamadas de alguien que hace demasiado que no daba señales de vida. Más llamadas de las que siempre han estado más o menos cerca, pero contigo. Un café en la cervecería de siempre para poner en común neuras varias. Seguir recórdando entre videos, textos y conversaciones italo-españolas que cada vez son más intensas. Y descontar el primer día mientras escuchando tu canción intentas no verter ni una lágrima más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y cada día será menos malo.

seguro.

Anónimo dijo...

la frase q m toca m llena d orgullo y satisfacción
por saber q no t hundes
por saber q sigues sonriendo