miércoles, marzo 14, 2012

Reflexiones preprimaverales

Si me pongo a pensar, resulta que hace unas 358000 vidas que no paso la noche bailando hasta que llega el amanecer. Me enciendo como una cerrilla y al primer soplo de viento me vuelvo a apagar. Mi espalda ha vivido más que yo y antes solía tener una canción que me hacía olvidarme de todos los males del mundo. Ya no puedo hacer volteretas, a lo mejor es que ya ni siquiera sé. Solía andar de puntillas y bajar saltando las escaleras. Casi nunca me ponía morena pero verano y pecas eran una simbiosis inevitable. La buena noticia es que cada vez lloro menos. Y que a veces, con algún que otro rayo de sol, los acordes vuelven a sonar, se me pasan las ganas de gritar y mi sonrisa salta de segundo a segundo.

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