jueves, febrero 10, 2011

Hastío

Hastío. Desgana. Impotencia. Desesperación. Tanto navegar sin rumbo antaño, y ahora que vuelvo a perder el Norte ya no recordaba lo que era andar a la deriva. No sé lo que quiero. Miento. Sí lo sé. Y no es esto. Desde luego que no. Esto es lo contrario a lo que quiero. Pero me he acostumbrado a amoldarme a mis malas decisiones, a asumir mis culpas y cargar con ellas. Con ganas a cada paso de tirarlo todo por la borda. Y sin embargo, incapaz. Incapaz de seguir, incapaz de continuar. Y cada vez, más sola. Sintiéndome sola. Sintiéndote lejos. No es tu culpa. Tampoco es mía. O quizás sí, quizás sea culpa de ambos. Pero es así. Da igual que fuera llueva o luzca el sol, que el cielo se cubra o se despeje, que las ramas desnudas de los árboles que recorren la avenida se mezan con el viento o que permanezcan impasibles ante el paso de las horas. Nada importa. Sigue habiendo lágrimas que asoman por el rabillo del ojo. Sigue habiendo hastío e impotencia, sigue habiendo desgana y desesperación. Sigo sin rumbo, como cuando empecé. Y pienso, siempre me quedarán las palabras, que parecen terciarse más hermosas cuanto más triste está quien las escribe. Y siempre nos quedará la música, para alegrarnos, o para terminar de arrancarnos la piel a tiras. Y en algún rincón, sin saber por qué, siempre quedará ese halo de esperanza que nos hace creer que, un día, nuestra suerte puede cambiar. Y mientras tanto, seguiremos navegando a la deriva, hasta que alguien se de cuenta de ello, y se adentre en alta mar a rescatarnos.

1 comentario:

Uxío Barreiro dijo...

Piensa que para vivir la emoción de un bello rescate, antes tenemos que perdernos. Y que todo tiene un final, incluso las malas rachas... las malas elecciones nos persiguen, ¿será por la proximidad de nuestros destinos, que existen tantos paralelismos?

Ánimo!!