jueves, noviembre 27, 2014

Ya no ...

¿Sabes? Ya no queda prácticamente nada de lo que fui. Ya no intento dibujar constelaciones con mis lunares ni bajo a saltitos las escaleras de casa. Me he cansado de soplar el flequillo cuando me crece demasiado y ya solo me muerdo las uñas en contadas ocasiones. Sigo teniendo manos frías, eso sí. Hay cosas que jamás cambian. Como el pensar demasiado en todo y en todos, y casi nunca en mí. Y, sin embargo, ya no soy capaz de reconocerme en ningún espejo...



1 comentario:

Sofía dijo...

El paso del tiempo, es lo que tiene. Llega un momento que no importan ni los años, ni siquiera las experiencias, sentimos que no queda casi nada de nosotros mismos. Pero, en el fondo, a pesar de todo, aun habiéndonos "hecho mayores" o haber cambiado en algunos aspectos, seguimos siendo quienes éramos, seguimos manteniendo tanto las cosas malas como las buenas.
La de pensar casi más en los demás que en ti, ¿es mala o es buena? Créeme que tengo dudas, porque me pasa a diario. Sufrir a veces las desgracias de los demás como si fuesen nuestras o incluso más, dejar a un lado lo que queramos o sintamos por no hacerle daño a quien sea, callar incontables veces... Tantas cosas que no cabrían aquí.
¿Y qué nos queda entonces? Intentar seguir preocupándonos del resto, eso no es algo malo, pero pensar también en nosotras, en actuar de forma que estemos lo mejor posible, sacando el lado bueno de las cosas, porque "es lo que nos va a mantener vivos", ¿no era así? :)