Hay tardes en las que Rosana me dice lo que pasa por mi cabeza cuando yo no soy capaz de escucharme a mí misma. Y tarareo versos de Benedetti que nunca dejaron de ser míos. Humedad en los ojos en distintos momentos de la tarde por distintas causas y motivos, y a la vez, por ninguno. Sentir que se me agotan las ideas, que llego al límite de mis posibilidades y que cada vez soy más incapaz. Y al instante, empezar a confiar en mí, simplemente porque me has regalado una sonrisa, porque mi raciocinio ha decidido salir a la luz o por saber que siempre habrá alguien que crea en nosotros. Aunque tú no lo entiendas.
1 comentario:
eso realmente es una suerte, q haya algo q t cambie totalmente.
luego están lo matices, claro...siempre los matices...
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