No resulta fácil borrar de un plumazo todas las dudas, las inseguridades, los miedos, las taquicardías, las vueltas de campana que da mi estómago cuando me falta el aire para respirar, cuando los acordes de mis canciones favoritas ni siquiera son capaces de curarme las heridas. No es fácil, pero eso ya lo sabía, nunca lo es. Cuando quieres llorar, correr, dormir o meterte debajo de la ducha, abrir el grifo y dejar que corra el agua y limpie todo lo que nubla tu visión, borrosa desde hace demasiado tiempo, y sabes que aunque hagas todo eso, no servirá... duele tan solo pensarlo. Y sólo cuando eres capaz de verbalizar lo que te paraliza, es cuando puedes empezar a avanzar.
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