Cierto es que en este pueblo en el que nacimos los domingos son grises incluso en verano. Las calles se vacían más de lo habitual y las pocas cafeterías que abren no le quitan ese aire de ciudad fantasma que atrae y repele por igual. Cierto es que las tardes de domingo te quitan las ganas de empezar otra nueva semana. Pero no es menos cierto que a mí sus mañanas me dan la vida. Aunque empiecen tarde y con demasiado cansancio. Aunque me asuste recordar o no recordar por qué los sábados son tan peligrosos. Aunque sepan a despedidas.
Los domingos por la mañana me dan la vida porque el día de la semana que durante todo el año me siento a gusto conmigo misma y mis circunstancias. Porque no importa que todo lo demás vaya mal. Porque si puedo refugiarme en ese segundo hogar del que formo parte en la misma media que forma parte de mí, no importa nada más. Porque es el único aspecto de mi vida que se mantiene inquebrantable y entero. Y el único que hace que salgan a flote todos los demás.
Porque aunque se esté cerrando este ciclo, hay cosas que jamás cambiarán. Y sigo teniéndote presente en los pasos que doy y en los que no sé dar.
1 comentario:
a mi lso domingos me dan sueño... nunca me gustaron ni las mañanas que despues de misa iba a comprar chuches... Ni los mostos, ni el quedar a dar una vuelta.
para mi los domingos solo es el paso de la resaca, haya bebido o no
pero en fin... xDD
siempre hay domingos,aunque la semana fuera de 5 dias, o de 6,, asi que es algo mas por lo que pasar en la vida
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