Es una extraña sensación de vacío, como cuando pierdes algo que nunca has tenido, cómo cuando rebuscas en todos y cada uno de los rincones de alma que se te ocurren y sigues sin encontrar nada. Porque ya no queda nada. ¿Dónde se fueron las canciones, todas las canciones? Y esas ilusiones que nadaron río abajo por las lágrimas que corrían por mis mejillas hasta que mis ojos acabaron por secarse una vez más. Las desgracias nos inspiran. Sí. Sobre todo esas que te dejan sin palabras hasta que empiezas a asumirlas. Y luego empiezan a salir a borbotones y no hay papel ni memorias externas suficientes para guardar tanta desdicha. Ayer volví a colgarme el crucifijo del cuello. Suelo llevarlo durante largas temporadas, sobre todo en las más difíciles. Para que así, mirando hacia abajo, lo sean menos. Y ahora … creo que me va a hacer falta Fe. Mucha Más Fe de la que siempre he tenido.
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