Amagos de estremecimiento. Sí, los tengo. Resulta que a veces siento que se me desarrolla ese sexto o séptimo sentido que nunca logro acabar de entender. Y pensar en tí cuando estás cerca y yo no lo sé. A veces hasta diría que tenemos esa telepatía que sólo tengo con las personas que siento realmente cerca. Y tiene su lógica. Porque por mucho que te vayas a alejar estamos cada vez más cerca. Y me estremezco cuando tomas mi mano y la estrechas entre las tuyas. Sin ningún motivo. Tus besos, tus abrazos, ya no tienen razón de ser. No hacen falta motivos si razones, quizás porque a estas alturas ya sobran. Y si te apetece acariciarme, lo haces. Sin plantearte nada más. Y yo debería hacerme tantos porqués que al final no me planteo nada. Porque a pesar de todo sigo creyendo en los impulsos, en el destino sin casualidades y en las señales que sólo unos pocos privilegiados son capaces de ver. Como en las películas manidas que me siguen emocionando. O los paisajes autóctonos de verano, esos que podrían ser idílicos si pudiéramos sólo admirarlos sin pensar en nada más. Y tú en ellos, a lo lejos. Y yo respirando arena y sal, deseando que estuvieras unos pocos metros más cerca, tumbado a mi lado, rozando con tu piel mi piel.
4 comentarios:
Precioso...el mar, la arena...la sal...
Es cierto por muchos años que pasen, seguirá ahí.
Disculpame por no pasarme a menudo...han sido meses dificiles.
Besos!
Cuánto tiempo sin entrar...
sigo haciéndolo siempre que puedo (:
bexitos!
Desarrollar un sexto o séptimo sentido siempre resulta interesante.
Pasa un buen Día de Galicia.
Un beso.
Olga.
pues si... por muchos años que pasen, estará ahí. . . .
besotes!!!!!!!!
Publicar un comentario