Se le acercó. Eran las once de la mañana, y olía como si todos los buenos olores más penetrantes del mundo se hubieran encerrado durante una eternidad en un frasco y ella acabara de abrirlo. Y recordó todos los olores que le hacían palpitar, porque él los desprendía todos. Y cada vez que le besaba, cada olor se impregnaba más y más en ella. Y una tarde respirándole se le antojaba la mejor forma de retomar el verano a su lado.
1 comentario:
11 de la mañana? que ganas tengo de levantarme a esa hora.....
apf :(
6.33 am
SI! A.M!!!!
Ainssss quiero dormirrr
pero te leo por aqui ;)
un besito fa!!
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