Son días de playa, de sol, de estudio y destacadores amarillos. De tapones para los oídos, chanclas de dedo, oleaje y protección solar. De playas de ría y playas de mar abierto. De rocas y música que acompaña. De exámenes que no estresan. De estrellas, parques, fútbol y fotografías. Son días de regresos, de cine y cena, de refranes apropiados y de grandes recuerdos. Son días de felicidad no programada, al fin y al cabo.
2 comentarios:
Ya era hora de que el verano apareciera por aquí (al menos por Madrid). Y tienes razón. El mundo sabe a verano. Huele a cesped recién cortado, y creo que desde mi casa puedo oler el cloro de la piscina (que no está lejos peor tampoco cerca).
A mí aún me queda un examen, y después ya soy licenciada. Todo un cambio de rumbo. A ver qué me depara ahora el destino...
La felicidad no programada es siempre la mejor.
Me alegra verte feliz.
Aunke hoy está mal día, sigue oliendo a verano.
Un beso.
Olga.
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