Debía de estar bien aferrado a sus pensamientos, porque cada vez que ella intentaba liberar su mente despreocupándose de todo lo demás, su imagen aparecía envolviéndolo todo. Ella siempre supo que sobreactuaba, aún cuando se empeñaba en negarlo. Y esta vez también reconocía que todo lo que sentía excedía los límites de la cordura. Pero había cosas que la superaban.
2 comentarios:
Nos gusta mentirnos a nosotros mismos. Tienen razón que no hay más ciego que el que no quiere ver. Así no llegaremos nunca.
Lo sabemos y no hacemos nada por cambiarlo.
Pse...
sin duda
espiral de degeneración
de atrapamiento
de hechos q nos superarn
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