Hay crisis grandes, pequeñas, inesperadas, trascendentales.
Hay crisis que parecen no terminar nunca
y otras que te dejan sin respiración.
Casi todas son oportunidades,
pero casi nunca sabemos aprovecharlas.
Hay días grises, llenos de niebla,
hay días negros, rojos y azules,
y otros muchos que tienen un arcoiris.
Pero casi siempre vemos la vida en blanco y negro.
A veces nos despertamos con ganas de comernos el mundo
y otras con la necesidad de pedirle que deje de girar,
que ya nos hemos cansado
y yo me bajo en la próxima.
A veces no sabes si lo que te paraliza es el miedo, la ansiedad o el hastío.
A veces la paciencia deja de ser infinita y te deja por los suelos.
A veces las manos siguen frías y el corazón no acaba de calentarse.
Pero siempre, siempre, siempre, hay que levantar la cabeza,
porque no se nos está permitido ser vulnerables.
Ya no.
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