Me gusta la inspiración, aunque a veces me abandone. Porque puede aparecer en cualquier parte: en un rayo de sol primaveral inesperado, en la canción que suena en la radio el segundo posterior a abrir los ojos por la mañana, en un pestañeo fugaz o incluso en el hoyuelo que se te forma en la mejilla y que hasta antes de ayer había pasado desapercibido.
Pero la motivación ... tiene que salir de uno mismo. Y cuando no quiere, no sale. Y viene la desgana. Y el desánimo. Y se te antoja que la solución es ver la vida pasar hasta que decida regresar a ti. Nunca fue ésta, ni otras, una solución acertada.
Quizás se esconda porque no esté segura de seguir. Quizás se haya agotado después de demasiado tiempo quemando el cartucho. Quizás empiece a darme cuenta de que en realidad, a estas alturas, ya ni me importa. Y quizás cuando termine de asumirlo todo, con motivación o sin ella, decida acabar de una vez por todas con algo que jamás pudo llenarme por completo.
1 comentario:
ni inspiración...ni motivación...
así ando medio cojo.
:S
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