Como morderse las uñas instintivamente o rascarme inconscientemente el hombro derecho. O no saber dónde me hice el moratón del brazo ni con que ese arañazo de mi dedo índice. Como cuando era gimnasta y deformé las rodillas a base de caídas. Son metáforas enmarañadas que conforman una realidad, mi vida.
Libros sin leer, discos desgastados, cera derramada y un color naranja que lo envuelve todo. Es la magia, son tus ojos. Es el viento que me alborota el pelo, frío, hielo, sol y sombra y dulzura derretida.
Me envuelven los sueños que vivo día a día, duermo imaginando ese olor penetrante a madera que me sobrecoge cuando estás cerca, muy cerca, tan cerca que siento que mi estabilidad se tambalea. En cada gesto, en cada mirada, en cada palabra. En cada intento de huír de ti me sumerjo en la espiral que has tejido a base de caricias intangibles.
Y me reconozco tuya en cada paso que doy. Y cuando un clavo está bien sujeto, hay quien decide esconder el martillo y regalar el resto para algún manitas principiante que los necesite más.
3 comentarios:
Y me confieso aprendiz y principiante, de muchas emociones de la vida. Casi tanto como tú.
Así que tendremos que vivirlas, no?
Mua!
Las caricias intangibles no molan nada. Las caricias sobre la piel
Bs
Pilar
no sé muy bien si esto es bueno o malo.
:S
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