Se acaba. 2013 se acaba y es hora de
echar la vista atrás. No ha sido un buen año, aunque siendo sinceros tampoco ha
sido malo. Ha sido un año más, un año menos. 2013 empezó con una buena
decisión, dejar un trabajo que no era para mí, para dedicarme a lo que siempre
he hecho, a lo que me gusta, a lo que hago bien. Aunque las cosas sean
difíciles y sea imposible vivir de ello. A veces un alma tranquila vale más que
un puñado de euros. Por desgracia, no siempre es suficiente.
2013 fue un año de
decepciones y decisiones acertadas a partes iguales, pero por alguna razón
parece que las primeras siempre pesan más. 2013 fue el año en que al fin pude
formarme en lo que ya estaba formada en la práctica, pero ya sabemos que en
este país la “titulitis” es el pan de cada día. Decidí renunciar a trabajar en
verano para ello, y cuando me quise dar cuenta ya no pude volver, porque la
empresa de mi vida, la que me ofreció mi primer contrato de trabajo, y el
último hasta ahora, aquella en la que he crecido y aprendido tanto en los
últimos años de mi vida, desapareció. Y en la cafetería de al lado de la
oficina a los pocos que quedamos, a los que nos fuimos y volvimos, a los que
nunca se marcharon y a los que acababan de llegar nos inundaron los recuerdos.
Porque ya nada volvería a ser lo mismo. Ese curso me dio lo mejor y lo peor de
un verano incierto. Una de cal y otra de arena. Pero con la perspectiva del
tiempo, me quedo con lo bueno. Me quedo con las risas y las sonrisas de
ilusión, los besos y abrazos y las palabras bonitas, pero sobre todo con las
personas que merece la pena seguir conservando cuatro meses después.
Fue también
el año en que las desavenencias con la administración me hicieron tomar la
decisión más importante, y espero que acertada de mi vida. Porque aprendí que
sólo es joven quien tiene más sueños que recuerdos, y aunque a mí estos últimos
me inundan infinitas veces al día, todavía me quedaban demasiados sueños por
cumplir. Y es que cuando ya no queda nada a lo que aferrarte, la mejor opción
es arriesgar y jugártelo todo a una sola carta, sobre todo si esa carta es con
la que siempre has querido jugar.
Es pronto todavía para asegurarse de lo
acertado de esta decisión, pero sé que no puede ser más errónea que todas las
anteriores. Y si al final no sirve de nada, al menos podré decir que he
disfrutado del camino. Porque después de diez años vuelvo a disfrutar
estudiando, haciendo trabajos y asistiendo a clase. Y ese es un placer que muy
pocos experimentan, y que una vez que se pierde, piensas que jamás podrás recuperar.
Y es así, porque todos los agobios del mundo merecen la pena cuando amas lo que
haces. Y porque además de todo eso, resulta que te encuentras en el camino
gente por la que merece la pena pararse a interactuar. Porque de nada me sirve
proponerme pasar por la carrera sin pena ni gloria, simplemente con un objetivo, cuando aquellos que te rodean empiezan a ver en ti lo que hace demasiados años
pensaste haber perdido, y además, se empeñan en que tú también lo veas. Porque
aunque solo sea para recuperar la fe en ti misma, esta ha sido la decisión más
acertada de tu vida. Y eso tiene que ganar a todo el pesimismo que llevas
dentro, aunque te niegues a reconocerlo.
1 comentario:
QUÉ
GRANDE
ERES
!!
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