Esta mañana, sin saber bien por qué, estaba revisando uno de mis rinconcitos virtuales, uno que hasta hace unos días tenía abandonado, de esos en los que sólo escribo cuando tengo algo que contar que tenga que ver con el tema principal del mismo. Y revisando comentarios de tiempo atrás me encontré con una sorpresa del pasado, un comentario que llevaba en ese rincón tres años y que no había visto hasta hoy. Un comentario de alguien que hace mucho, mucho tiempo fue muy importante en mi vida. Y comentaba en una entrada en la que hablaba sobre mi libro favorito, que casualmente esa persona me había regalado. Sus palabras eran duras, al igual que pudieran serlo las mías, y sin embargo, no fue eso lo que más me sorprendió, sino la visión que ese comentario, con la perspectiva del tiempo me ofreció. A lo largo de mi vida he perdido a mucha gente, algunos por circunstancias de la vida, otros sin saber por qué. Curiosamente, éste no fue el caso. Nos alejamos y yo siempre supe el por qué. Y hoy he descubierto que su visión de la historia era diametralmente opuesta a la mía. Siempre había sido yo la decepcionada, y así sigue siendo; pero no se me pasó por la cabeza que yo también había decepcionado. Las cosas siempre suceden por una razón. A día de hoy no queda rencor, no quedan siquiera malos recuerdos. A día de hoy a penas queda nada ya. Pero es curioso como palabras de hace tres años sobre cosas que pasaron hace seis años, me puedan hacer reflexionar un lunes cualquiera de esta forma. Supongo que todo depende del cristal con el que se mire.
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