Solía decir Ella baila sola que la Felicidad no era un estado normal. Y bien es cierto, que cuando aparece, nos dejamos la vida por atraparla para siempre, porque generalmente la espera se nos ha hecho demasiado larga. Y su fugacidad suele dejarnos en un estado de ansiedad paranoide del que sólo salimos cuando creemos que puede volver. Hoy por hoy, tengo la firme convicción de que éste es el tiempo de mi Felicidad. Y me aferro a ella con la quizás no tan absurda esperanza de que pueda volverse eterna.
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