martes, febrero 22, 2011

Crisis

El Mundo está en crisis. En todas partes, en todos los aspectos. Tenemos una crisis económica a nivel global desde hace dos o tres años, a la que hemos decidido culpar de todos nuestros males. En la mejor excusa para casi todo. Y todo lo demás, también está en crisis. La música está en crisis, el cine está en crisis, la industria editorial está en crisis, y hasta el papel como soporte escriptóreo está en crisis desde que tengo consciencia de él como tal. Y luego, en nuestro Pequeño Mundo también hay crisis varias. Ferrol está en crisis, porque la construcción naval está en crisis, y también las Fuerzas Armadas, y nuestras calles y nuestra cultura, todo está en crisis. Y nosotros ... nosotros también lo estamos. Cada uno tenemos nuestras pequeñas crisis particulares, aunque algunos estamos empezando a volvernos expertos. Sin ir más lejos, yo misma tengo crisis de identidad cíclicas desde que la preadolescencia decidió aparecer en mi vida sin avisar. También he tenido crisis de ansiedad, de esas que te dejan sin respiración y te hacen comer y comer sin parar, y crisis de histeria, que son iguales pero en las que estás fuera de ti misma y cuesta volver. Supongo, que habré tenido alguna crisis de Fe, pero no lo recuerdo. Porque sinceramente, en todos mis altibajos emocionales, que han sido muchos, la Fe ha sido la única que jamás me ha abandonado. Y cuando tienes un compañero de viaje tan fiel, hay que cuidarlo para que siga siendo así. Supongo que, en realidad, nunca he tenido una verdadera crisis de Fe, aunque sí muchas pequeñas crisis de fe en ciertas cosas, sobre todo he tenido crisis de fe en Mí misma. De hecho, probablemente, se repitan más que mis crisis de identidad. Y de entre todas estas crisis, todavía no sé en cual me encuentro ahora. Que estoy en crisis no es discutible, lo que aún no he averigüado es si es alguna nueva, alguna vieja conocida, o una crisis general, algo así como la mundial, compuesta por todas las pequeñas crisis que llevo dentro desde siempre.

lunes, febrero 21, 2011

Retales de una vida

Fotografías. Recuerdos. Dedicatorias en las portadas de los libros que alguien te regaló. Retales de una vida que no hacen más que recordarte momentos pasados que hoy se te antojan mejores que el que estás viviendo. Aunque hayan acabado mal, aunque sepas que no es verdad. Que cualquier tiempo pasado simplemente fue anterior. Y sin embargo, éste tampoco es el mejor de tus días. No va a ser tampoco tu mejor semana, al igual que pasó con la anterior. No es tu mejor mes, y es posible que tampoco vaya a ser tu mejor año. Aunque eso tampoco lo sabrás hasta dentro de 10 meses, cuando todo haya pasado, o cuando todo siga igual. Y es que cuando la melancolía se apodera de Ti, es más que difícil encontrar la salida. Y sabes que la hay. Y recuerdas, que hasta en los momentos más difíciles de Tu Vida, te han enseñado a que, al morir el día y hacer examen de conciencia, recuerdes qué te ha hecho reír en algún momento de la jornada. Y (casi) siempre hay alguno.

domingo, febrero 20, 2011

Tequila, Limón y Sal

A veces, a falta de abrazos,
el tequila se nos antoja la mejor medicina
con tal de no pensar.

sábado, febrero 19, 2011

Febrero

Lluvia. Luces. Espuma de la mejor cerveza del mundo. Una música imperceptible como B.S.O. del momento más melancólico. Demasiado ruido, demasiada gente. Demasiada Soledad. Malestar. Y dos hileras de desnudos árboles recorriendo la Gran Avenida. Y tanta Des-Gana, que hasta los pequeños pedazos de Cielo te saben a poco. Y ya no sabes ni qué decir, ni qué escribir, ni qué sentir. Impaciencia, Soledad. Esperas. Y un puñado de melancolía. No hay nada peor que la melancolía cuando no sabes qué hacer con ella, cuando no tienes dónde guardarla. Y te sientes rara, diferente, fuera del Mundo. Por un momento creíste encajar y te equivocaste. Nunca has encajado, lo sabes. Eso no es para Ti. Tú no perteneces a ese Mundo. Por suerte. Por desgracia. Y quisieras, por una vez, ser parte de ello.

martes, febrero 15, 2011

Mi Cielo

Salir a la calle entre nubes y claros. Cerrar los ojos y respirar, muy profundamente. Abrirlos. Mirar al cielo. Descubrir formas en las nubes, porque por una vez, puedes permitirte el lujo de perder unos segundos en mirarlas con tranquilidad. Y volver a respirar profundamente. De fondo, y sin que sirva de precedente, un intenso azul, tanto como los acordes de alguna canción que siempre significó mucho más de lo que aparentaba. Paz, tranquilidad. Todo eso que siempre te ha faltado, todo lo que siempre te falta. Y esa eterna búsqueda del equilibrio que algún día despejará tu cielo y, con él, tus dudas. Y sentir, que ya no es necesario llorar más. Que a cada vuelta del camino, aprenderemos a amarnos mejor que nunca.

sábado, febrero 12, 2011

Espíritu CAP

Porque cuando todo lo demás falla
siempre me quedarán mis Estrellas de la Suerte.

jueves, febrero 10, 2011

Hastío

Hastío. Desgana. Impotencia. Desesperación. Tanto navegar sin rumbo antaño, y ahora que vuelvo a perder el Norte ya no recordaba lo que era andar a la deriva. No sé lo que quiero. Miento. Sí lo sé. Y no es esto. Desde luego que no. Esto es lo contrario a lo que quiero. Pero me he acostumbrado a amoldarme a mis malas decisiones, a asumir mis culpas y cargar con ellas. Con ganas a cada paso de tirarlo todo por la borda. Y sin embargo, incapaz. Incapaz de seguir, incapaz de continuar. Y cada vez, más sola. Sintiéndome sola. Sintiéndote lejos. No es tu culpa. Tampoco es mía. O quizás sí, quizás sea culpa de ambos. Pero es así. Da igual que fuera llueva o luzca el sol, que el cielo se cubra o se despeje, que las ramas desnudas de los árboles que recorren la avenida se mezan con el viento o que permanezcan impasibles ante el paso de las horas. Nada importa. Sigue habiendo lágrimas que asoman por el rabillo del ojo. Sigue habiendo hastío e impotencia, sigue habiendo desgana y desesperación. Sigo sin rumbo, como cuando empecé. Y pienso, siempre me quedarán las palabras, que parecen terciarse más hermosas cuanto más triste está quien las escribe. Y siempre nos quedará la música, para alegrarnos, o para terminar de arrancarnos la piel a tiras. Y en algún rincón, sin saber por qué, siempre quedará ese halo de esperanza que nos hace creer que, un día, nuestra suerte puede cambiar. Y mientras tanto, seguiremos navegando a la deriva, hasta que alguien se de cuenta de ello, y se adentre en alta mar a rescatarnos.

miércoles, febrero 02, 2011

D.

Tan lejos, tan cerca.
Acostumbrada a una vida echándote de menos
pero sentirte más cerca que nunca a cada vuelta del camino.
Aunque a miles de kilómetros estemos.